Toda persona que en sus luchas cotidianas no posea el suficiente coraje, que ofrece una adecuada motivación interior, terminará por debilitarse al cabo de muy poco tiempo.
El estado mental de orgullo no consigue generar elevados niveles de vibración que sean capaces de motivarnos internamente, como si lo hacen las vibraciones positivas proporcionadas por el amor, el honor de pertenecer a un equipo u algún otro principio superior.
Si enseñamos a motivar externamente enfocándonos, por ejemplo, en la derrota del rival, o en convertirse en una estrella para que le digan a uno que es el mejor, o en ganar mucho dinero, la persona terminará debilitada, desmotivada y repleta de ansiedad.
Sin embargo, cuando una persona es capaz de vibrar interiormente desde la emoción de honor y amor a su equipo, a su pueblo, a su deporte, o en la dedicación de sus actuaciones a algún ser querido, entonces su motivación interna aumenta proporcionándole continuas y renovadas fuerzas.
El competidor motivado por el orgullo e interesado por derrotar al rival, en su camino pronto se debilita, se vuelve incapaz de renovar sus fuerzas y alcanzar su máximo nivel.
Los deportistas de alto rendimiento y existosos, al igual que toda persona exitosa, creen que su excelencia no es un logro personal, sino un regalo con el que se contribuye a mejorar a sus seres queridos y a toda la humanidad. Es desde esta confianza, que ante las adversidades, permanecen con la suficiente fuerza y motivación.
La dimensión espiritual nos genera y da la energía para la vida. Además de la parte física; la mental y la espiritual, muy en contra de lo que pueda parecer, representan una serie de factores muy prácticos que marcan la diferencia entre la victoria y la derrota.
En este curso aprenderás técnicas que son aplicadas por entrenadores deportivos de alto rendimiento, sabedores de la importancia que supone trabajar constantemente para combatir el desánimo, desde la potenciación de una mentalidad fuerte.