Somos producto de la interacción de energía y materia. La materia visible observable ha sido dejada en manos de la ciencia, y la energía en manos de las religiones.

El mundo de la ciencia trata lo filosófico o metafísico con cierta prepotencia, propia de mentes cerradas, que en ocasiones llegan a asemejarse a aquellos injustos tribunales inquisitoriales de la iglesia durante la Edad Media.

El estudio de escritos de grandes científicos y pensadores nos permite descubrir que, sin la interacción entre ciencia y espiritualidad, ninguno de los grandes progresos científicos y tecnológicos llevados a cabo por la humanidad hubiera sido posible.

¿No continúan siendo las personas de mentalidad cerrada las que empujan a la humanidad a consecuencias tan radicalmente opuestas a las del progreso que hicieron posible aquellos que llamaron locos?

Las mentes más abiertas creyeron en la posibilidad de ese espacio absoluto del campo o éter que lo impregna todo con sus líneas de fuerza, e incluso pensadores como Newton o Faraday lo intuyeron antes de demostrarse la existencia y la propagación de ondas electromagnéticas.

En oriente como en occidente, la metafísica entendida como visión del funcionamiento del mundo, se fundamenta en una relación comunicativa con lo sobrenatural.

En la espiritualidad oriental destaca la conciencia de unidad e interrelaciones que se dan entre todos los elementos componentes y hechos de la realidad, compartiendo un mismo Campo Unificado.

Para los cristianos, la comunicación sobrenatural se establece desde nuestra alma alineada con la vibración de Dios, a través de una especie de propagación de ondas de nuestra alma hacia Dios sintonizando con su energía que representa luz para nuestra oscuridad.

La conexión comunicativa enseñada por Jesús coincide plenamente con las bases metafísicas orientales.

En nombre del cristianismo, las religiones muchas veces han dado muestras de una forma de identidad carente de la más mínima espiritualidad.

Sin embargo, pasados más de dos mil años del nacimiento de Jesús, la espiritualidad y metafísica que nos enseñó continúa vigente.

Constituyendo una fuente de saberes y respuestas, verdaderas y válidas para las personas.

Una de las enseñanzas que más repitió fue que nos mantuviéramos alegres y contentos (vibrando en positivo) y que transformaramos las vibraciones negativas que genera la emoción del miedo en un sentimiento de confianza.

Muchas interpretaciones religiosas sobre Jesús de Nazaret han inspirado a sus fieles en el amor al prójimo, limitando al mismo tiempo, el amor de las personas a sí mismas y a su propio empoderamiento.

Son muchas las personas creyendo que los resultados científicos evidencian una postura atea, sin embargo, hasta ahora la verdadera evidencia es que nadie ha podido demostrar la imposibilidad de la existencia de un Dios o Energía que nos puede trascender.

Las diferentes religiones coinciden en que hemos sido creados para una realidad más grande, para vivir conectados y en comunión a Dios, y de esta forma llenar los anhelos más profundos del corazón humano.

Joan Egea Barber.

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